La japonesa Kanae Omura intenta mantener la calma. Es antropóloga y vive en la ciudad de Ichinoseki, que se encuentra al noreste de Tokio y a unos 180 kilómetros de la planta de energía nuclear de Fukushima. Ella, como cientos de japoneses, hacen inmensas filas en centros comerciales y en gasolineras para proveerse de alimentos, agua, productos enlatados y combustible. Le pregunto que si esto significa que en los próximos días vendrá un éxodo masivo y suelta una descarada carcajada. Me siento apenado por el cuestionamiento y ella se disculpa, me explica que simple y sencillamente se preparan para proveerse y tener todo lo necesario en casa. Sí, existen grandes filas afuera de las gasolineras -incluso la gente se queda a dormir dentro de sus vehículos por la noche, a muy bajas temperaturas- para obtener unos galones de combustible en caso de una emergencia, pero no para abandonar Japón. Ellos le llaman prevención.
Foto: Jorge Villalpando Castro
Los supermercados están vacíos -continúa relatando Kanae-, por el gran desabasto de productos de primera necesidad, productos básicos. El combustible es escaso y éste no llega a los camiones y tractocamiones que llevan los perecederos a las provincias. Además, el gobierno nipón impuso un plan de ahorro de energía eléctrica y dofisican el combustible.
Confianza en el gobierno
Kanae está tranquila. Los guantes y su bufanda son del mismo color, con flores en las esquinas. Usa unas botas que rebasan sus rodillas. estamos a dos grados centígrados. Ya anhela que llegue el calor de la primavera y que este frío un tanto atípico desaparezca. Ella dice confiar en lo que dicen las autoridades y asume que no ocultan información ante una situación tan delicada. No muestra tener miedo o pánico. Le pregunto que si la gente de a pie está tan tranquila como ella y me comenta que todos intentan regresar a sus actividades cotidianas, como si no pasara nada. Dice que no tiene caso preocuparse de más pero no deja de tener cautela y sobre todo está muy pendiente, como lo está el mundo entero, de lo que ocurra en Fukushima, sea para bien o para mal.
Por lo pronto, Kanae se levanta de la silla, se despide y se dirige hacia un local donde los maniquíes muestran, entre otras cosas, trajes de baño.
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